Educar para la economía del Conocimiento
7 de septiembre de 2022
Por Andrés Pallaro Director del Observatorio del Futuro UES21
En el marco de la nueva edición del Congreso Innova Educa 21 que todos los años llevamos adelante desde la Universidad, tuve la oportunidad de moderar un panel sobre Ecosistema y Economía del Conocimiento, integrado por un empresario de la tecnología con amplio despliegue en iniciativas vinculadas a educación, Ing. Mario Barra y la Directora de Aprendizaje para la Vida del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Lic. Eugenia Cortona.
En la conversación, buscamos compartir miradas y experiencias acerca de este enorme desafío que tenemos por delante en el país y en el mundo: acelerar los modelos y mecanismos para formar personas en competencias y habilidades que se requieren para desempeñarse en las distintas expresiones de la economía del conocimiento.
El primer elemento que debemos poner en situación es la creciente amplitud del espacio de actividades económicas que componen lo que llamamos economía del conocimiento. Habitualmente muy asociada al vertical del software, cada día más la economía del conocimiento es un espacio enriquecido que incluye a la gran mayoría de las industrias tradicionales impactadas por corrientes de ciencia y tecnología aplicadas. Servicios intensivos en conocimiento, conocimiento embebido en distintos tipos de productos y un sinnúmero de combinaciones entre producto y servicio potencian un campo de creación de valor en el que Argentina tiene grandes expectativas y posibilidades de expansión. Emergen espacios verticales con sus propias dinámicas, actores y potencialidades globales, como AgTech, EdTech, HealthTech, Fintech, GovTech y tantos otros.
Esclarecido lo anterior, coincidimos en el panel que la dimensión de estas actividades en el país aún es pequeña y que expandirla es la gran esperanza para crecer, generar divisas y nuevos trabajos para las personas. Para llevar la economía del conocimiento al nivel necesario para transformar la matriz productiva y comercio exterior del país, una de las claves es escalar la formación de talentos en aquellas habilidades que ya las compañías vinculadas al conocimiento estén necesitando y en general experimentan dificultades para lograr cobertura real. Tenemos delante nuestro el desafío de escalar y multiplicar un conjunto de programas e iniciativas formativas que distintos actores públicos y privados han venido lanzando y que funcionan, a efectos de que sean capaces de producir a corto plazo miles de ciudadanos empoderados en las nuevas habilidades.
Y en este desafío, es muy importante que ampliemos la mirada y abracemos nuevas taxonomías de habilidades requeridas para desarrollar la economía del conocimiento. La parte más visible tiene que ver con las habilidades de programación, ciencias de datos y otras disciplinas tecnológicas. Pero la visión ampliada del fenómeno nos permite advertir que aquí también tenemos una diversidad de oportunidades, vinculadas a softs skills, nuevos roles emergentes en áreas tradicionales (comunicación, recursos humanos, marketing, logística, etc) y otros campos o procesos que venían siendo marginales en las empresas y pasan a ser cada día más relevantes (innovación, comercio electrónico, energías limpias, bienestar de las personas, etc). Es decir, el campo de habilidades y disciplinas que aplican a la economía del conocimiento es cada día más grande y diverso, encerrando enormes oportunidades para el desarrollo de las personas.
El gran desafío colectivo de la hora, público y privado, es llegar con nuevas energías y propuestas formativas a lo que se conoce como el talento no mirado, es decir esa gran cantidad de personas que no tienen oportunidades de formación universitaria y que en general provienen de sectores sociales vulnerables. Coincidimos que esta enorme porción de la sociedad, especialmente en un país como la Argentina, no tiene por qué estar destinada a trabajos de baja calidad y remuneración. Podemos y debemos hackear los sistemas educativos para llegar a ellos con más y mejores propuestas de formación que les permitan rápidamente calificar para esos nuevos trabajos que la economía del conocimiento empieza a traccionar y que no son sólo para expertos de altísima sofisticación. Las nuevas tecnologías, pedagogías y vías de financiamiento pueden hacer posible esta misión colectiva con impacto directo en el futuro del país. Allá vamos.