La perspectiva de género y la enseñanza del derecho
30 de mayo de 2023
Por Gabriela Eslava, Especialista en Familia (UNR) y Especialista en Derecho Judicial y de la Judicatura (UCC).
Conforme al modelo educativo implementado en Universidad Siglo 21, centrado en el desarrollo pleno e integral de cada integrante de la comunidad educativa, resulta relevante compartir algunas reflexiones en torno a la importancia que tiene la inclusión de una adecuada perspectiva de género en la enseñanza del derecho, que refleje la adquisición de competencias suficientes para un ejercicio profesional idóneo. Por otra parte, significa adecuarse a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la ONU. El ODS 5 propone “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”.
Es sabido que sexo y género son conceptos diferentes. Mientras que el primero hace referencia a características biológicas de las personas humanas, el segundo aborda cuestiones relativas a constructos sociales que determinan las categorías varón y mujer en base a la atribución de roles estereotipados de conducta, y donde las demás diversidades sexo-genéricas quedan generalmente invisibilizadas.
Los estereotipos hacen referencia a conceptos asumidos como verdades indiscutibles que derivan en prácticas encorsetadas, referidas a la distribución de roles sociales de división del trabajo, bajo una apariencia de igualdad neutra. Desde el convencimiento de que las personas prosperan en sociedad, y que la familia resulta ser su célula primigenia, se distribuyen los roles a desarrollar en las dos grandes áreas, la pública, al varón, la privada a la mujer, a quién se le reconoce la capacidad reproductiva de la vida humana.
Estos estereotipos se encuentran profundamente arraigados en nuestra sociedad, donde las distintas instituciones, incluido el derecho, se han formado bajo un sistema de pensamiento llamado Paradigma Androcéntrico o Patriarcado. Así, se genera una construcción jurídica desde el punto de vista masculino, establecida como regla universal, en apariencia neutra, objetiva, e indiscutible, donde, la igualdad se concibe como equitativa tanto para varones como para mujeres; pero que en los hechos deriva en un sistema de dominación y privilegios del sujeto preponderante, un tipo de hombre específico que ni siquiera resulta inclusivo de todas las masculinidades.
Es en la apariencia de igualdad, en lo indiscutible del estereotipo, así como en su encorsetamiento, donde chocan los derechos constitucionales fundamentales de la libertad y la igualdad de las personas, y surge un desafío constante a nuestro modelo educativo, basado en la adquisición de competencias, que incluya incorporar las herramientas suficientes para mirar con los lentes de género.
Un primer paso puede ser la identificación de los estereotipos mencionados. Valga un ejemplo: asignándose a la mujer el rol reproductivo y de cuidado de la familia de manera excluyente, un sistema legal que admita la igualdad formal de mujeres y varones en cuanto al acceso de puestos de trabajo, redundará en lo fáctico en menos oportunidades reales de acceso a un trabajo remunerado fuera del hogar, y en todo caso, en una doble jornada laboral invisibilizada al negar a las mencionadas tareas de cuidados el carácter de actividad productiva.
De tal suerte, aplicar la perspectiva de género no implica mirar los derechos de las mujeres por encima de los que les corresponden a los varones, tal como suele pensarse desde una reducción simplista y equívoca de la cuestión. Más bien todo lo contrario. Con ello se hace referencia a una especial capacidad de análisis de las situaciones profesionales y cotidianas, que permita, en primer lugar, detectar las situaciones de desigualdad estructural que nos coloquen en el plano de la mera apariencia, para efectuar luego, los ajustes suficientes que equilibren la balanza, a la hora de juzgar, analizar, asesorar, y enseñar.
De esta forma, podremos virar nuestras miradas desde el patriarcado hacia un paradigma de igualdad real. Sólo así, entre todos, podremos cambiar el mundo.
Gabriela Eslava es Especialista en Familia (UNR) y Especialista en Derecho Judicial y de la Judicatura (UCC). Docente e investigadora en Universidad Siglo 21 y Directora del proyecto de Investigación Tutela judicial efectiva de los derechos de las mujeres en el ámbito del derecho privado. Interseccionalidad y transversalidad en el juzgamiento de casos con perspectiva de género. Impacto de la implementación de la ley Micaela. Análisis jurisprudencial de los Tribunales cordobeses con competencia en la materia en el lapso de los últimos cinco años.
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